UNA MUJER AUTÉNTICA INSPIRA

Cuando estaba en la universidad tuve una maestra que más que darnos clases de una asignatura, nos enseñaba de la vida, sus lecciones siempre partían de algún caso práctico, algo que en ese momento ella estaba resolviendo en su trabajo, no era para nada teórica o al menos así lo recuerdo, tenía una forma muy auténtica de ver la vida, pero sobre todo de vivirla.

Tiempo después se convirtió en mi jefa, la primera, fue mi primer trabajo y honestamente al día de hoy la recuerdo como la mejor, y trato de ser para “las niñas”- como ella nos llamaba-, lo que ella fue para mí.

Recuerdo que siempre estaba buscando ayudar a los demás, dirigía una incubadora de empresas y cada vez que se iniciaba un proyecto ponía los recursos a disposición de esos emprendedores que estaban buscando echar andar sus negocios, mostraba empatía y disposición para buscar alternativas que transformaran esas ideas en realidades.

Además de eso, daba clases en una universidad, tenía su propia agencia de investigación de mercados, era socia de un restaurante y eso solo en cuando a trabajo se refería, porque también era madre y hasta donde me tocó ver, hacía su labor muy bien.

Siempre impecable, de pies a cabeza, pulcra y saludable, se notaba que cuidaba de sí misma tanto como de su gente, se preocupaba por mi aprendizaje y crecimiento, tratando de instruir y de forjar el carácter.

Una mujer de carácter muestra autocontrol

No recuerdo una sola vez que me haya levantado la voz, en lugar de eso hablaba pacíficamente y me cuestionaba cuando algo no se realizaba como debía. Hoy entiendo el grado de auto-control que se necesita para que, aun teniendo los suficientes motivos para estar molesta, mantuviera la calma y pudiera conversar con mesura.

De ella aprendí que la flexibilidad no está peleada con el compromiso y la responsabilidad, jamás me negó un permiso para atender asuntos personales, pero siempre haciéndome ver que debía dejar mis asuntos resueltos antes de ausentarme.

El mundo laboral en el que se movía estaba manejado por hombres en su mayoría, algo que poco ha cambiado, sin embargo, sabía hacerlo de la mejor manera o quizás esa era mi percepción, pero cuando debía ser firme sabía serlo y muy bien, tenía las palabras correctas para cualquier situación.

Al día de hoy sigo haciendo uso de sus técnicas para desenvolverme en un ambiente donde lamentablemente las mujeres seguimos siendo minoría y en el cual en ocasiones hay que imponer el carácter para ser respetadas y escuchadas.

La autenticidad no resta autoridad

Era muy divertida, siempre nos contaba sus historias y anécdotas de una forma tan graciosa, en una ocasión llegó a entregar un par de facturas a su contadora, estaban todas sucias y arrugadas y dijo: – “es que las agarró el perro”- mientras soltaba una gran carcajada, esa era ella. Y eso jamás le restó autoridad, por el contrario, se ganaba aún más mi respeto, al ser una mujer auténtica.

Le encantaba organizar los convivios con todo el equipo, cuidaba los detalles para hacer los momentos más cálidos, hoy creo que más que un equipo ella nos veía como una familia, buscaba espacios para que aun cuando todos estábamos abrumados con la carga laboral, pudiéramos despejarnos, compartir y no olvidarnos de las cosas que realmente importan.

Caminos separados

Nuestros caminos se separaron cuatro años más tarde cuando yo decidí continuar mi viaje en otro lugar y después de eso nos volvimos a ver el día de mi boda, estuvo presente en ese día que para mí era tan especial y por si fuera poco se encargó de traer a parte del equipo y sus familias.

Poco a poco fui perdiendo comunicación con ella y en general no solo con ella, mi vida se transformó y me distancié de varias personas, pero de vez en cuando podía ver uno que otro post en redes sociales en los que podía verla continuando con su labor de ayudar y servir desde su trinchera.

En una ocasión una de mis amigas, que aun trabajaba con ella, me informó que mi maestra había tenido un tema de salud delicado y que quizás podría perder la movilidad de sus piernas.

Pedí a Dios que no sucediera, no imaginaba el dolor tan grande que eso debía significar para ella; pero sucedió, me pregunté por qué a una mujer auténtica tan fuerte y tan luminosa habría de pasarle eso.

Tiempo después, durante pandemia, recibía un mensaje que me notificaba su fallecimiento, no lo podía creer, la noticia me llegó muchísimo, sentía que tenía tanto que decirle, no era justo, ella merecía vivir más, o por lo menos debía recibir un homenaje o reconocimiento a su vida para despedirla como merecía.

Por algún tiempo me lamenté el no haberle enviado un mensaje o hacerle una llamada, solo por el gusto de hacerlo. Y más aún, no haberme dado la oportunidad de agradecerle todo lo que indirectamente hizo en mí.

A veces no hay más veces

Al día de hoy sigo sin entender por qué fue así, pero es que hay cosas que probablemente no hay que entender, solo aceptar.

Me gusta pensar que ella era una mujer con tanta luz que ya no pertenecía a este plano terrenal y que Dios solo nos las prestó un ratito para iluminar la vida de quienes lo necesitábamos y así fue, porque sé que no soy la única a la que ella le tocó la vida y que al día de hoy aún lo sigue haciendo.

No perdamos más el tiempo, manden ese mensaje, hagan esa llamada, dejen el después y hagan hoy, digan te quiero, te amo, gracias, que la gente sepa lo importante que son o fueron en sus vidas, no se queden con nada que decir, porque a veces ya no hay más veces, a veces ya es tarde.

En memoria de Elvia Teresa Aguilar Sánders.
Maestra, amiga, mujer auténtica e inspiradora, infinitas GRACIAS.

  1. Muy buen articulo, me gusto mucho.

  2. Your writing has a way of resonating with me on a deep level. I appreciate the honesty and authenticity you bring to every post. Thank you for sharing your journey with us.

    • I’m so glad to hear that what I share is helpful to you. It’s really rewarding to know that my experiences can be useful to others who are on their own journey. Thank you for your kind words!

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