AUTOEXIGENCIA EXCESIVA: AUTOESTIMA FRÁGIL

La semana pasada estuve prácticamente dos días dormida, sólo despertaba a comer un poco y a realizar actividades con las que debía cumplir.

Llevaba una semana sintiendo un cansancio muy grande que no entendía de dónde venía, pensaba que quizás era porque mi periodo estaba por llegar, pero aún faltaban algunas semanas, luego entendí que estaba agotada mentalmente, auto presionada por cumplir mis propios estándares de “equilibrio” y aunque lo entendía, me resistía a aceptarlo. Claro que puedo con todo, me decía a mi misma, cómo no vas a poder, ya lo he hecho antes.

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Los últimos 4 meses había estado descuidando mi alimentación y dejé de ir al gimnasio, lógicamente mi cuerpo lo evidenció y ganó unos 4 kilos más, mi ropa ya empezaba a quedarme un poco más ajustada, por lo que sentía la presión de bajar y recuperar mi peso en el entrenamiento, aunado a eso estaba muy retrasada en los artículos, tenía actividades pendientes en mi trabajo, sentía que había descuidado mi parte espiritual, quería compartir más tiempo con mi familia y amigos, entre otras cosas.

En un intento por sentirme mejor, quise organizar mis actividades de las distintas áreas de mi vida estableciéndome rutinas y objetivos diarios que cumplir para, según yo, tener una vida equilibrada.

Establece objetivos racionales que no dañen tu salud física ni mental.

A sí que muy segura de estar haciendo lo correcto tomé papel y pluma, y empecé a escribir en cada cuadrante de mi vida lo que tenía que hacer: alimentación y ejercicio, laboral, social-familiar, espiritual, proyectos personales, etc.

Creo que sentí miedo de volver a viejos hábitos y de perder la estabilidad que tanto me había constado conseguir, quise recuperarme lo antes posible y escribí objetivos casi inalcanzables, quería estar al 100% en todas las áreas de mi vida, ir al gimnasio 2 veces por día, dejar los carbohidratos totalmente, avanzar en mis proyectos, involucrarme en grupos de mi iglesia de jueves a domingo, leer sobre varios temas, etc.etc.

Estaba realmente agotada y más allá de un agotamiento físico era un desgaste mental, había días en los que no me era posible cumplir con mi lista de actividades diarias y eso me hacía sentir peor, como si no me estuviera esforzando lo suficiente, empezaba a sentirme fracasada.

No bases tu autoestima en tus “fallas”, por el contrario, reconoce tu progreso.

Estaba por terminar la semana, era jueves, cuando decidí no ir al gimnasio después de trabajar, sabía que tendría una tachecita en mi lista de actividades por cumplir, pero me sentía realmente agotada, no paraba de bostezar así que sintiéndome derrotada dije, no importa, necesito dormir.

Inesperadamente recibí un mensaje de una amiga para ir a pequeña reunión con un grupo de mujeres de la iglesia en la que nos congregamos, decidí tomarle la palabra porque pensaba, bueno no voy al gimnasio, pero cumplo con la parte espiritual y así no me sentiré tan mal, seguía obsesionada por cumplir mi lista.

Podemos con todo, pero no con todo a la vez.

En la reunión estuvimos analizando un libro, Enciende tu cerebro: La clave para la felicidad, se llama, y realizamos una actividad en la que debíamos escribir un pensamiento que en ese momento nos estuviera agobiando, mi pensamiento fue no puedo más, estoy agotada” . A continuación debíamos razonar cómo podíamos resolverlo o modificar ese pensamiento, y fue ahí cuando me di cuenta que estaba auto exigiéndome demasiado, no estaba en mi mejor momento y tenía que resolver poco a poco cada una de mis áreas, y sí, si podía con todo, pero no con todo a la vez.

Luego de esta plática, decidí tomarme el fin de semana para descansar, recobrar energía y reestructurar mi lista de actividades priorizando el área de mi vida en la que quería enfocarme, por dónde quería empezar.

Es normal no siempre estar bien y está bien, permítete sentir para poder volver a empezar.

Es normal que en ocasiones no nos sintamos al cien, y aún mejor es querer actuar para mejorar, sin embargo a veces queremos controlar todo, nos afanamos por no querer sentirnos tristes e intentamos hacer hasta lo imposible para no sentir, las pausas son necesarias, hay que darnos tiempo para poder identificar por dónde queremos empezar, en qué área de nuestra vida necesitamos poner más atención en este momento, y así poco a poco ir mejorando hasta que nuevamente, como si fuera “magia” logramos otra vez ese equilibrio.

No te presiones tanto, lo estás haciendo bien, los cambios no se dan de la noche a la mañana e intentar abarcar todo hace que terminemos perdiendo el enfoque. Lograr un equilibrio no es fácil, pero con paciencia y constancia, un paso a la vez, todo es posible.

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