AUTOCONOCIMIENTO: VISITANDO EL PASADO

una visita a mi pasado

Hacía ya varios meses que no veía a mis sobrinos, tenía ganas de estar con ellos y compartir un momento agradable con mi familia, no los veo tan frecuentemente pues vivimos en ciudades diferentes, aun así, no estaba muy segura de ir puesto que había tenido una semana algo complicada, estaba muy sensible y mis pensamientos muy confusos, tenía un poco de miedo a que resultara contraproducente para mi y regresara aun más confundida.

Sin embargo, lo hice, compré mis boletos y me dispuse a viajar a casa de mis padres en donde había vivido los primeros 17 años de mi vida.

Luego de un par de días de convivencia y ahora con 33 años, empezaba a mirar la dinámica familiar con otros ojos, podía entender ciertas situaciones de las cuales cuando eres niña no eres consciente, debo decir que fue algo doloroso en un inicio, pero al final resultó muy beneficioso para mi autoconocimiento.

Aprendamos a ver a las personas por lo que son: humanos.

El poder darme la oportunidad de ver a mis padres sin la etiqueta de papás y verlos como seres humanos con virtudes y defectos, me ayudó a ser un poco más imparcial, entendiendo que las decisiones que ellos tomaron para sus vidas son suyas y que nada podría haber hecho yo.

Después de tres días tenía que regresar a cumplir con mis obligaciones de adulta, confieso que ya empezaba a acostumbrarme a ser alimentada y a que me trataran como hija nuevamente, a quién no le gusta olvidarse de sus obligaciones por un momento, sin embargo, hay que hacernos cargo.

Esa visita resultó mucho más que oportuna, además de disfrutar de mi familia, me permitió resolver varios cuestionamientos que habían estado rondando en mi cabeza, quizás no inmediatamente, pero un par de días después podría verme tal cual soy.

Aceptando mis sombras

Al volver a casa, aun cuando tenía una imagen más clara de mi niñez y podía entender cada vez más mis comportamientos, seguían en mi mente pensamientos rándom sobre mí misma, me negaba a aceptar esas partes oscuras que todos tenemos y de las que a veces ni siquiera somos conscientes. Darte cuenta de todo lo que habita en ti, es duro, pero al aceptarlo puedes trabajar en ello hasta lograr transformarlo si así lo decides.

Al pasar de los días poco a poco fui aceptando esos comportamientos heredados que, aunque no me gustaran, la realidad es que los tenía y nunca antes había sido tan consciente de ellos, aunque muy en el fondo seguía sintiendo cierto coraje al creer que esa era la “herencia” de mis padres, hasta ese momento lo reconocía como tal, pero la realidad es que como adulta, la única responsable era yo misma.

Persiste y continúa

Una semana después, como cada sábado, me dispuse a nadar en el mar, es algo que hago habitualmente y que me resulta más que relajante, es para mí un lugar de autoconocimiento en el que puedo conectar conmigo misma y donde por lo regular encuentro todas las respuestas.

Al empezar a nadar pude notar que el mar estaba un poco más agitado de lo habitual, además, esa semana había estado subiendo el peso en mis entrenamientos por lo que sentía los brazos muy cansados y encima llevaba arrastrando una bolsa con mis pertenencias.

De repente el oleaje si intensificó un poco y por un momento quedé detenida en una corriente, no podía avanzar, sentía como iba perdiendo fuerza en mis brazos y como la bolsa poco a poco se iba deslizando en mis piernas, si seguía así lo único que lograría era agotarme, así que me detuve por un segundo a observar lo que sucedía.

Posteriormente decidí cambiar el estilo de nado y atar mi bolsa a la cintura, aunque éste era un poco más lento, me permitió salir y seguir adelante, la realidad es que en ningún momento pensé en regresar y tampoco sentí miedo, sabía que podría salir, solo tenía que buscar la forma de hacerlo y continuar.

Aprende a nadar en agua inquietas

Esa situación me condujo a plantearme una analogía, llevándome a ver el mar como la vida misma. Es tan incierta, tan imponente pero tan hermosa que no importa lo que vayas a encontrar dentro, hay que arriesgarse a vivirla, sin duda habrá desafíos, situaciones difíciles, -corrientes que librar-, pero lo importante es nunca parar, tener el temple de hacerle frente y la certeza de que vas a salir bien librada.

Así mismo sucede con la vida, podemos parar un momento para reajustar el plan, cambiar la estrategia, o tomar un descanso, pero nunca ,ni por un segundo, debemos abandonar esta misión llamada vida.

En lugar de eso hay que aprender a nadar y disfrutar el viaje, poco a poco vamos adquiriendo nuevas herramientas que nos permiten reaccionar de una mejor manera ante ciertas situaciones, porque esto es así, no es que el mar esté más calmado es que tu haz aprendido a nadar incluso en aguas inquietas.

La luz en la oscuridad

Fue en medio del mar en donde pude notar que también hay luz heredada y esa también la debo reconocer y sobretodo agradecer.

A mi padre, gracias. Por tener el temple para arriesgarse y meterse al mar, de hacerle frente a la vida tomando riesgos, sin importar el qué dirán.

A mi madre, gracias. Por ese ingenio necesario para salir de una corriente y seguir adelante, así como el positivismo para saber que aún en medio del mar, aún en medio de la tormenta hay cosas buenas.

Y a ambos, gracias. Por la fortaleza necesaria para mantenerme firme y fiel a mis convicciones.

Así que sin duda tengo tanto que agradecerles a ambos, que me formaron y a su manera me dieron las herramientas con las que hoy cuento para navegar en aguas profundas. Gracias papás.
Hoy soy capaz de reconocer mi luz y mi oscuridad, aceptando ambas como parte de mí y trabajando cada día para lograr iluminar un poco más esas sombras. Y así, reconociéndome y aceptándome ,humana e imperfecta, es como seguimos en este camino de autoconocimientorumbo al amor propio.

“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.”

Carl Jung
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